¿Sus “debería hacer” están obstaculizando sus objetivos de salud?

Cuando estaba a dieta, tenía una lista increíblemente larga de cosas que “debería” hacer para alcanzar mis objetivos.
- Debería salir a correr todas las mañanas.
- Debería hacer 100 abdominales al día.
- Debería ser talla 2.
- No debería beber calorías.
- Nunca debería comer helado.
Me siento exhausto sólo de pensarlo.
Sorprendentemente, pude hacer muchas de estas cosas (ya he escrito antes que tengo una fuerza de voluntad bastante fuerte), pero era una batalla constante y nunca sentía que estuviera haciendo lo suficiente. Por mucho que lo intentara, nunca era feliz.
Me llevó años comprender que, en realidad, eran todos esos “debería” los que me impedían avanzar. Que había externalizado mi motivación, permitiendo que la dictaran objetivos ajenos a mis verdaderos sentimientos, y que, al hacerlo, me había defraudado.
Motivarse a uno mismo es una tarea complicada y la mayoría de nosotros lo hacemos de forma totalmente equivocada. Creemos que necesitamos más disciplina, cuando lo que realmente necesitamos es más autocompasión.
Pero incluso la autocompasión es menos importante que aprovechar una fuerte fuente de motivación interna.
Si te dices a ti mismo que debes hacer algo, pero no lo haces, es muy probable que en realidad no quieras hacerlo. Quizás quieras los resultados y los beneficios de lo que sea, pero la acción en sí misma te parezca una tarea pesada o un castigo.
En otras palabras, estás confiando en la motivación externa.
La motivación interna es lo opuesto a la motivación externa y es mucho más eficaz para mantener conductas a largo plazo, especialmente las relacionadas con la salud. Cuando estás motivado por tus propias necesidades y deseos, dejas de pensar “Realmente debería hacer esto hoy” y comienzas a pensar “¿Cómo voy a lograr que esto suceda?”.
Tus pensamientos pasan de la esperanza a la acción.
Lo interesante es que cambiar la fuente de motivación tiene poco que ver con la tarea en sí, sino más bien con la forma en que la miramos. Eso significa que podemos optar por ver una conducta “saludable” desde una nueva perspectiva al pensar en ella de una manera nueva.
Pero esto también puede funcionar a la inversa. Si algo que antes disfrutabas de repente se convierte en un requisito o una tarea, no estarás tan motivado para hacerlo.
Por ejemplo, la actividad física es intrínsecamente gratificante. Los niños corren, saltan y dan saltos por diversión. Los perros buscan objetos, persiguen objetos y luchan siempre que se les permite. Si conoces a alguien que practica algún deporte o hace ejercicio regularmente a altas horas de la madrugada, es probable que esté motivado por algo más que la salud o la pérdida de peso.
Por otro lado, cuando el ejercicio es una receta para perder peso, un castigo por comer en exceso o se te impone por alguna otra razón externa, tu motivación interna es reemplazada por una motivación externa y tu deseo de hacerlo se desploma.
Esto significa que la motivación externa no sólo es inferior a la motivación interna para alcanzar tus objetivos, sino que en realidad actúa como una fuerza de desmotivación.
En psicología, esto se conoce como el efecto de sobrejustificación , y es la razón por la que centrarse en la motivación interna a un nivel emocional (no racional) es necesario para convertirse en una persona sana.
Lo más profundo que me pasó cuando decidí dejar de hacer dieta y empezar a centrarme en mi propio bienestar fue redescubrir la alegría innata que surge al comer alimentos frescos y de temporada. Hacer la compra en el mercado de agricultores y aprender a cocinar fue tan gratificante e increíblemente diferente de mi vida anterior (obligándome a comer barritas de proteínas y poniendo excusas para no ir a cenar con mis amigos) que abandoné la carrera académica que había elegido y lancé un sitio web llamado Summer Tomato. Si te pones a pensarlo, es una locura. Y ese es el poder de la motivación interna.
Hoy en día, nunca pienso en lo que debería hacer para perder peso o estar más saludable, excepto en un sentido muy abstracto. En cambio, me aseguro de hacer regularmente las cosas que apoyan mi calidad de vida (mis hábitos en la cancha local ) y estos son algunos de los mejores momentos de mi día. Me parece hermoso e irónico que este cambio de perspectiva sea lo que me ayudó a mantenerme 25 libras por casi 10 años.
Si aún te cuesta crear hábitos de alimentación saludable o de actividad física, empieza por centrarte en las cosas que te gustan. Olvídate de las motivaciones externas de verte bien, complacer a tu médico o estar “sano” y concéntrate en tus deseos de sentirte con energía, comer alimentos deliciosos que te ayuden a prosperar y darle a tu cuerpo lo que necesita.
Empieza desde dentro si quieres cambiar desde fuera.

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