4 pasos para romper una relación poco saludable con la comida

Por Liz Sanders, MPH, RDN
Mi primera regla en cualquier viaje internacional: probar tantos platos locales como sea posible. Hace unos años, visité España con unos amigos. Buscábamos un lugar para almorzar en Madrid cuando una de esas amigas, a la que llamaremos Mary, dijo que no quería comer comida española y se fue a comer mantequilla de maní. A Mary no le interesaba ninguna de las deliciosas comidas que nos rodeaban (imagínense jamón ibérico, aceitunas y pan casero). No tenía ninguna restricción dietética, pero optó por comer solo alimentos que cayeran dentro de su estrecha definición de “saludable”. El deseo de Mary de comer “una dieta perfecta” superaba su disfrute de la comida, y sentía la necesidad de microgestionar cada comida, incluso en vacaciones. Para mí, este es un ejemplo perfecto de una relación poco saludable con la comida.
Una relación poco saludable con la comida puede ser más sutil que la de Mary. Lo que comienza como una intención inocente y bien intencionada de comer de forma saludable puede salirse de control y generar vergüenza y culpa cuando rompemos las reglas que nos hemos impuesto. A veces, nuestra relación con la comida necesita un poco de reparación. ¿Cómo? La confianza, la clave de cualquier buena relación. A continuación, se ofrecen cuatro pasos que le ayudarán a confiar lo suficiente en sí mismo para disfrutar de la comida, en lugar de microgestionarla.
1. Acaba con el juego de la vergüenza.
¿Alguna vez te has sentido avergonzado por haber comido algo “incorrecto”? Este juego de la vergüenza es una señal reveladora de que tu relación con la comida está en crisis. Está bien sentirse un poco culpable después de romper
una de tus propias reglas (habladas o no) sobre qué y cuánto comer. Cuando tienes reglas estrictas sobre qué alimentos están prohibidos, no solo te encuentras rompiéndolas, sino que te sientes muy mal contigo mismo cuando lo haces. Afortunadamente, las reglas alimentarias estrictas están hechas para romperse.
El reto: evitar etiquetar cualquier alimento como “prohibido”. Para la mayoría de las personas, etiquetar ciertos alimentos como “malos” solo genera vergüenza y ansiedad innecesarias. En lugar de centrarse en lo que cree que no debería comer, concéntrese en lo que puede comer, que es prácticamente cualquier alimento. Cuando equilibra la cantidad de calorías que consume diariamente con la cantidad adecuada de actividad física, no necesita preocuparse por darse un pequeño capricho de vez en cuando. Un enfoque equilibrado y personalizado de la alimentación le ayuda a obtener los nutrientes que necesita y a controlar los excesos.
Comer con atención plena puede ser una gran herramienta para recuperar el placer de la mesa. Si comes más despacio, podrás saborear la comida y prestar más atención a las señales naturales de hambre y saciedad del cuerpo . Si saboreas más la comida, es posible que comas menos.
2. Mímate bien.
Observa las situaciones que te hacen comer en exceso. No hay necesidad de avergonzarte ni juzgarte, solo presta atención a cómo te sientes cuando tienes la tentación de alejarte de tus comportamientos saludables normales. Es probable que tu estado emocional o fisiológico tenga mucho que ver con ello. Muchos de nosotros somos más propensos a comer en exceso cuando estamos estresados, cansados o simplemente tenemos mucha, mucha hambre. Tratarte bien puede ser de gran ayuda para prevenir los desencadenantes de comer en exceso. Por ejemplo, investigaciones recientes sugieren que somos más propensos a comer en exceso cuando no dormimos lo suficiente. Con suficiente sueño, ejercicio regular y un horario de comidas confiable, puedes limitar el exceso de comida debido al estrés o la fatiga y prevenir el “juego de la vergüenza” antes de que comience.
3. Prepárate para triunfar.
¿Podrías correr una maratón en menos de cuatro horas mañana? Para la mayoría de nosotros (incluido yo), la respuesta es “no”. Establecer metas poco realistas es una forma segura de terminar sintiéndote derrotado. Cuando nuestras metas de dieta o nutrición son demasiado difíciles de alcanzar, podemos dañar nuestra confianza en nosotros mismos y dejar de confiar en nosotros mismos en lo que respecta a la comida. Afortunadamente, existen estrategias para establecer mejores metas. Intenta establecer metas “SMART” (por sus siglas en inglés) . SMART significa: específico, medible, alcanzable, relevante y oportuno. Estas preguntas pueden ayudarte a determinar si tu meta es una que puedes (y podrás) lograr:
- Específico: ¿Tu objetivo es lo suficientemente claro como para que sepas qué comportamientos necesitas cambiar para alcanzarlo?
- Medible: ¿Cómo sabrás cuando se haya logrado el cambio?
- Alcanzable: ¿Se puede hacer y es posible alcanzar este objetivo en un plazo de tiempo razonable?
- Relevante: ¿Este objetivo está relacionado con las áreas de tu vida que te gustaría mejorar?
- Oportuno: ¿Existe una fecha límite?
4. Sepa cuándo pedir ayuda.
La mayoría de las veces, una relación ligeramente inestable con la comida no es motivo de alarma. Sin embargo, siempre puede buscar ayuda si el estrés relacionado con la comida se está saliendo de control. Si cree que usted o alguien que conoce puede estar sufriendo un trastorno alimentario, busque ayuda. La Asociación Nacional de Trastornos Alimentarios es un buen lugar para comenzar.
No es raro que tu relación con la comida se vuelva complicada, pero con las estrategias anteriores y un poco de paciencia, tú y la comida podéis volver a encarrilar vuestra relación.

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